viernes, 17 de febrero de 2012

¿No ves mi derrota?

Llueve…

Mientras, Lis habla en silencio. No es escuchada. Ella que tiene tanto que decir, tanto que contar. En su cabeza se repite una y otra vez: ‘’Tranquila... Ten paciencia. Eso es…paciencia, paciencia….Todo saldrá bien’’.
Comienza a ahogarse, a no respirar. Se sienta en su rincón, aquel en el que se escondía cuando era una niña y hacía algo malo, huyendo así de cualquier grito o golpe. Se acurruca contra la pared, en absoluto silencio. Las gotas han dejado de golpear los cristales. Parece que ha dejado de llover.
Por un momento se calma. Pero pronto se asoman todos aquellos momentos de sufrimiento que ha vivido con él, por él. ''Es injusto ver cómo se acaba, después de todo''. Ya no espera a que alguien la rescate. No. Ese alguien ya no está, parece ser que se fue para no volver. ''Entonces... ¿qué hacer cuando sabes que nadie depende de ti, cuando nadie te espera al otro lado del abismo para darte un abrazo, cuando estás tan sola?''

………..


De repente oye un golpe en el cristal. Se levanta rápidamente y al asomarse observa algo: él. Allí, bajo aquel cielo aún encapotado y con un ramo de rosas asomándose tras de sí en un intento fallido de ser escondido, está él.
Lis se seca las lágrimas, se recompone y baja las escaleras a toda prisa, pero cuando se dispone a salir al exterior… despierta.
Sólo ha sido un sueño.
Vuelve el dolor, vuelven las lágrimas.
Vuelve la realidad, la cruda realidad.



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