lunes, 13 de febrero de 2012

Unos vienen, otros se van...

El otro día, un hombre me preguntó por el lugar más mágico de este mundo. Qué sitio me parece el más corriente y a la vez esconde algo que le hace más especial que cualquiera.

Cerré los ojos. No pude evitar mostrar una sonrisa.
Acto seguido volví a mirarle, y le di mi respuesta. Sé que no se la esperaba. No esa.

-’’ ¿El lugar más mágico? Cualquier estación. Me da igual la ciudad, el país, el continente... Todas conservan eso que yo llamo magia''


Sé que otro en mi lugar hubiera dicho cualquier otro sitio menos ese: un escenario, un descampado con vistas a un cielo pintado de estrellas, la habitación de un hotel….

Pero no. Siempre acostumbré a ser diferente y en esto no iba a ser menos.




...


A veces, cuando estoy triste, voy a pasear por los alrededores del lugar donde parten y llegan trenes con o sin destino. No sé por qué, pero me relaja.
Me siento en cualquiera de sus bancos y me paro a ver todos y cada uno de los rostros que pasan delante de mí. Paso desapercibida para ellos, no tienen tiempo de pararse a observar el tiempo que se les va. Tampoco pueden saborearlo.


Veo rostros de cansancio, cansancio acumulado por un sinfín de días en los que nada tiene sentido, en que las fuerzas se agotan, desaparecen. Cansancio e impotencia que viajan de la mano de una mujer que sólo ve oscuridad, como las ojeras que visten sus dos ojos verdes. Como cada tarde, vuelve a casa, a su pequeña cárcel, donde un cobarde (con todas las letras) se encarga de que a día de hoy odie lo que muchos llaman 'amor'. Porque algún día lo hubo, pero ya no es capaz de reconocerlo. No en él

A su lado, su pequeño corre tras Inocencia, esa que cada vez se va antes para no regresar. Apenas tiene 9 años y ha perdido lo más prestigioso que un niño puede poseer: la infancia. Su padre, o mejor dicho, quien contribuyó a darle la vida, acabó de un plumazo con ella en el momento en que decidió que no quería vivir ni dejar vivir a los demás. Es curioso: cómo alguien que te da la vida es capaz de ir quitándotela poco a poco....

Pero no voy a hablar sólo de historias tristes.



Dije que el lugar del que hablo derrocha magia por cada rincón, y lo mantengo. En ella caen lágrimas de dolor, pero también de felicidad.

O si no mirad a aquella muchacha que baja del primer vagón. Es feliz, sólo hace falta pararse a mirar sus grandes y expresivos ojos: buscan algo… a alguien. Y allí está él, amigo, esperándola. La recibe con un abrazo, seguido de un beso en los labios. Un beso que les embarca en un cuento de hadas y príncipes. Porque a veces existen, ¿no?



Volver a oír mi acento, en los andenes, despidiéndose...

1 comentario:

  1. No podría estar más de acuerdo, las estaciones son uno de mis sitios preferidos >/////<

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